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TARAZONA DE LA MANCHA (ALBACETE)

12:10

TARAZONA DE LA MANCHA (ALBACETE)

Pinar golpea fuerte, Conde y Cayetano entre ventajas


Que la crisis está haciéndoselas pasar canutas a muchos toreros del pelotón es una realidad indubitable. Que la falta de novedad la pagan poco a poco más cara también es evidente. Y ya da igual si se torea mejor o peor porque en este intercambio de cromos y de conveniencias que es la Fiesta de los Toros, la injusticia está a la orden del día. Rubén Pinar se ha revelado hoy contra todo esto en un mes de agosto en el que apenas está toreando. Más allá de la categoría del coso donde ha sido -la de Tarazona es plaza de tercera-, Pinar ha dado uno de los golpes más fuertes de su trayectoria profesional.
Y quedó su soberbia actitud y su cuajada aptitud más de manifiesto por sus compañeros de cartel, que anduvieron un peldaño por debajo. En el caso de Javier Conde algo más que un peldaño pues se dedicó esta tarde en la Mancha a hacerle un monumento al esperpento con ese estilo que es una deformación de la realidad del toreo bello, por tan ausente de verdad como es. Porque no es toreo estético ni de trance, ni de emoción ni de inspiración. Es grotesco, más que por la forma -que libre es cada cual de hacer el toreo como quiera- por el fondo, siempre desde fuera, para fuera y por fuera.
Cayetano estuvo quizás mejor de lo esperado, lo que no es mucho decir. Con su primero anduvo aseado pese a la falta de cruce y de remate, pero hemos de reconocerle su insistencia y tesón. Voluntad. Con su segundo no se aclaró y dejó escapar la casta compleja del quinto toro de la corrida de Antonio Palla, en la que hubo cosas como en botica: de todo. Y como la verdad es la verdad, diremos que nos sorprendió la buena presentación -dentro de las desigualdades- de la corrida, con varios toros aptos para desfilar por muchas de las plazas de segunda. Y eso, estando Curro Vázquez por ahí, no es de uso frecuente. Conste pues este buen dato.
Analizaremos el contenido de la corrida en orden decreciente en lo que se refiere a su importancia. Empezaremos, pues, por la corajuda y redonda actuación de Rubén Pinar a su primero, tercero de la tarde, toro bien presentado, con cara y de astifinos pitones, que salió suelto de capote y al que Pinar lo recibió voluntarioso. Tomó dos puyazos el de Palla, con manso cabeceo. Brindó al público el de Albacete y tras empezar tanteando con porte elegante y pases de bonito ribete se enfrentó a las complicaciones del toro: y es que regateaba... que ni Maradona en sus buenos tiempos.
Con la muleta, ya en redondo, hubo momentos de precauciones, acoplándose con el futbolista. Ya a partir de la cuarta tanda, bien colocado el torero, empezó a ligar y dar contundencia al conjunto, surgiendo por el derecho largos y templados muletazos, muy de verdad. Al final el animal acabó empeorando -por el izquierdo, ni hablamos- y Pinar le planteó un arrimón, con redondos incluidos que acabaron por encender la faena totalmente. Aguantó Pinar y tragó en las distancias cortas, hambriento de nuevas oportunidades. Se metió en el bolsillo a un toro manso interesante y complicado con peligro sordo. Tras pinchazo y estocada entera contraria cortó las dos orejas. Merecidas.
Le importó muy poco tener ya la puerta grande cuando se abrió de capote ante su segundo, ya entre luces y sombras, ya casi noche cerrada en Tarazona. El toro, gordo y descastado, se movió rabioso de salida y Pinar solo pudo tratar de domeñarlo de capote. Al toro le dieron demasiado fuerte y quizás mal en el caballo, quedando acobardado y con un cariño sospechoso a las tablas. Se encogió el de Palla y puso las cosas difíciles en banderillas, donde los de plata no hilaron muy fino. Rubén, tras intentonas aguantando a un descastado con mala leche, sabía que lo único factible era el arrimón, que lo ejecutó como mandan los cánones. No con el toro muerto, sino vivito y con peligro. Sobrevoló el pitonazo, que gracias a Dios no llegó. Tras entera caída y perpendicular -evitando el descabello- cortó la oreja. Pinar, torerazo.
Cayetano reapareció tras su esguince de hace un par de semanas en Gijón. Vio cómo le echaban a los corrales a su primero, descoordinado y que quizás se hizo daño al topar en un burladero. Salió el sobrero, un toro hermoso con buenos pitones -¡sorpresa!- y que recibió dos puyazos. El toro fue noble, más que boyante, tuvo casta y duración por lo que justificó la vuelta al ruedo póstuma, que le fue concedida. Cayetano aplicó su toreo bello y superficial, sin apreturas pero bien compuesto, acertando en la intensidad de la faena: al principio le consintió y luego acabó apretándole. Bien ahí Cayetano, no mucho más. Cerró con remates bonitos por abajo y cobró una estocada entera tendida algo trasera tras dos pinchazos. Oreja.
En el quinto estuvo un punto peor. El negro, con expresión de novillo, fue recibido por Rivera de capote con preciosos lances con la rodilla flexionada. Tomó el toro un gran puyazo, empujando con casta ante lo que el picador reaccionó arreándole bien y con carioca. En banderillas exhibió su generosa casta el de Palla. Comenzó de rodillas también con la muleta Cayetano, al que molestó el viento mientras probaba al toro, sin decidirse a estirarse con él y ligar sus embestidas. Se colocó mejor en este segundo turno pero entre el viento reinante y la indecisión torera, el interés y la casta del toro -que no era ninguna malva- se fueron por el sumidero. Tras estocada muy tendida y trasera y dos descabellos cortó una oreja, nada que ver con, por ejemplo, la tercera de Pinar.
Javier se esconde. Javier Conde se las vio con un hermoso toro, aunque cómodo de pitones, en primer lugar, que hizo sonar el estribo y que salió suelto del primer puyazo; hubo un segundo, más leve. El animal fue soso, noble, no sobrado de fuerzas y potable. Conde, duque del alivio y de la joya de baratija, se prodigó en pseudotandas descafeinadas de valor con el pico de la muleta, un esperpento, un monumento a la horterada. Cada uno es libre de torear con el aire que quiera. Los hubo siempre artistas, batalladores, elegantes... Pero es que esto ya es de bombero torero. Es una pena que jóvenes toreros estén quedándose fuera de esta Fiesta por la eternización de este tipo de matadores de toros. Se le escurrió la espada al matar, luego metió una entera, trasera, perpendicular y contraria de gran efecto. Oreja de bisutería.
Con el cuarto, un castaño hondo muy bien presentado, estuvo en la misma línea. El toro empujó en el caballo, donde se le dio un fuerte puyazo, y apretó en banderillas. El animal protestaba y echaba las manos por delante por la escasez de fuerzas pero embestía con codicia y largura aunque con el defecto de mirar. Imagínense a Conde. Se perdió en probaturas sin torear, haciendo como que hacía. Le vino perfecta una colada del animal, entre el viento, para tratar de convencer al personal de que meterle mano era imposible. No lo era. Lo que pasa es que no quiso. Tras un pinchazo indecoroso y otro hondo, que profundizó, desde fuera más descabello fue silenciado. Palmas al toro.

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