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LINARES-Brilla Talavante

10:59

LINARES.-


Brilla Talavante a la luz de la luna

            


La segunda corrida de feria en Linares empezó bajo un sol de justicia un poco más tarde de las 19.30 horas y terminó a las 22.30 horas, al amparo de una luna casi llena. No es de extrañar que el público de sol protestara por la tardanza del comienzo del festejo , pues a esa hora había cerca de 40 grados. Por cierto, un poco más animada la entrada que en la tarde de ayer, pero rondando la media plaza, para ver a Manuel Jesús Cid "El Cid",
que sustituía a José María Manzanares, Sebastian Castella y Alejandro Talavante.
Si algo se vio en esta tarde fue gracias a la disposición y entrega de los espadas, porque los toros de Román Sorando contribuyeron bien poco al espectáculo, siendo pitados el tercero y el quinto, el lote de Castella, y devueltos a los corrales el sexto y el sexto bis.
El primero de El Cid manseó de salida y embistió al capote sin humillar, pero el de Salteras lo toreó bien y le hizo un buen quite por chicuelinas.Se vieron buenos pares de banderillas del Boni y buena brega de Alcalareño, que estuvo soberbio toda la tarde. Comenzó por estatuarios muy pegado a tablas sin moverse y muy, muy templado, caracterísitica que destacó en toda la faena. Sobresalieron dos buenas tandas por el pitón
derecho con la muleta a media altura. El toro tenía poquita fuerza y El Cid se la supo dosificar. Pronto acortó distancias a requerimiento del toro, llevándolo embebido en la muleta, y terminó en arrimón, matando de estocada tendida, paseando la primera oreja de la tarde. A su segundo lo recibió con buenas verónicas y Alcalareño se desmonteró tras dos magníficos pares de banderillas. Poco utilizó El Cid su mano, la izquierda (en general poco se ha toreado hoy por el pitón izquierdo). Ya al salir del caballo se vio que el toro había perdido el poco gas que tenía, pero El Cid le dio sus respiros y mostró buena disposición toda la tarde, entrega que se vio recompensada con una oreja tras matar de estocada.
Sebastian Castella se estrelló con el peor lote, y cuando no puede ser, no puede ser. A su primero, segundo de la tarde, lo recibió bien de capote, pero el toro fue protestado desde el principio por su poca fuerza y presunta invalidez. Aunque quiso lucirse al principio de la faena de muleta, no pudo: el toro perdía las manos y para sacarlo de las tablas tuvo que hacer de todo. No le permitió ligar ni una tanda, y mató de pinchazo y
estocada, recibiendo una ovación y viendo como el toro era pitado en el arrastre. Similar condición exhibió el segundo que le correspondió, a pesar de lo cual le hizo un bonito quite por chicuelinas y el comienzo "Castella" citando de lejos plantado en los medios: no había manera, ni arrojándole la montera ni saltando, el toro no quería saber nada ni tenía fuerzas. Le dio varios pases sin moverse y fue acortando distancias, plantándole la muleta
en la cara, hasta que el toro se echó. Después de un metisaca lo mató de casi entera y el respetable le premió con una ovación que saludó desde el tercio mientras que el toro era pitado.
Buen momento está atravesando Alejandro Talavante. El primero de su lote se quedó parado a la puerta de toriles y luego no hizo caso de nada ni de nadie. Tras un espectacular derribo del varilarguero Talavante lo vio claro, lo entendió y lo toreó. Nadie daba un duro por el toro. Le hizo unas chicuelinas ajustadísimas que pusieron la plaza definitivamente de su parte y él correspondió con una faena en la que hubo emoción desde la primera tanda por estatuarios y un pase cambiado. También fue muy buena la segunda,
y se vio que el toro mejoraba notablemente. Siguieron tandas ligadas en el medio del platillo, tirando del toro. Se encontró con la embestida a la hora de matar, y la aprovechó, cortando una oreja. En el sexto toro llegó un calvario de devoluciones: el titular fue devuelto, así como el primer sobrero, saliendo al ruedo un segundo sobrero también de Román Sorando, sin divisa, cuyos movimientos hicieron presagiar lo peor. Talavante sometió una embestida incierta y le arrancó series bien ligadas y sentidas que hicieron
vibrar al público. Una buena tanda con la izquierda, de lo poco con esa mano que se vio en la tarde. Se le vio resolutivo, inteligente e inspirado. Terminó con unas manoletinas espléndidas y pase de pecho y un pinchazo y estocada en el rincón de Ordóñez, para pasear la última oreja de la tarde y salir a hombros acomapñando a El Cid.
Y la gente corriendo a casa o a las casetas a ver el clásico, que ya iba anunciandoJosé María Manzanares en su Twitter.
El Cid, oreja y oreja
Sebastián Castella, ovación y ovación
Alejandro Talavante, oreja y oreja

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