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19 san isidro

13:06


28 de mayo
Novillos de
Guadaira
ALBERTO DURÁN
GÓMEZ DEL PILAR
DAMIÁN CASTAÑO



No indultamos. Concedemos amnistía. No es cierto que el toreo se sensibilice, público, toreros, autoridades, para proponer el indulto. El toreo tiene una norma escrita insensible y burda, trasnochada y decimonónica, de fondo y forma absolutista por medio de la cual se perdona la vida a un toro con la amnistía, no con el indulto. Porque la amnistía es el perdón del delito y el indulto el de la pena. La pena es morir a espada luego de haber derrochado bravura a raudales. ‘Hortensio’ cometió un ‘delito’ que sólo existe  en las mentes de cuadrícula y posit, en las mentes de sensibilidad fiscal: la que ven delito de coger aire, de puro reventado, después de ser magníficamente bravo en una lidia tan exigente como la actual, y antes de levantarse raudo para seguir embistiendo de bravo. No hubo amnistía. Porque no tenemos cultura de vida, cultura del indulto, el mensaje más eficaz para la sociedad actual. ¿Qué nos sucede que el perdón justo y cabal de la vida se niega porque, de hacerlo, nos pensamos gentes consentidoras y débiles? Nos pasa que cuando sale el bravo perfecto, cantamos la gallina.
Fue ‘Hortensio’ la definición de bravura. De la misma forma que fueGómez del Pilar la definición perfecta de novillero. Entrega, presencia, actitud… Y, encontradas las definiciones, resulta que se nos perdieron  las preguntas.  ¿Qué ha de pasar para que la fiesta recobre el sentido de la alegría, del éxito, de la noticia, de la vida? ¿Que un novillero inexperto con la espada mate por arriba? ¿Que un toro de bravura perfecta no doble reventado unos segundos al final de una lidia absolutamente exigente, larga, dura, examinadora?.  Sigamos así, con la escuadra y el cartabón y evolucionaremos hacia la copa del árbol. Regresemos al sentido simiesco de lo razonable.
Abría un poco la cara ’Hortensio’, cuya ficha antes de ir a servir de filetes, un rabo  estofado y poco más, y que lo mismo es ración para guiri o fea o feo, dice que pesó 480, herrado con el número 64. Un poco cuesta arriba, fino y con mucho cuello, al que Gómez del Pilar lo recibió a portagayola aguantando el brinco del novillo al ver la cal de las rayas, pero ya se dejó bien en las verónicas, rematadas con una larga de rodillas, Bien el novillero, contestando a todas las preguntas que se preguntan qué es un novillero. Bravo en varas de verdad, fijo, empujando, el novillo se pegó una voltereta a ralentí. Pero no se vino abajo. Aguantó un quite por tafalleras con las queDel Pilar, listo, no lo forzó, y otro por delantales de Damián Castaño. En banderillas se arrancó en su distancia tomando muy bien la capa por los dos pitones. Saludó Fernando Sánchez. Y en la faena de muleta tuvo siempre, el mismo recorrido, la misma profundidad, el mismo ritmo, calidad, humillación, profundidad. Bravo es eso, seguir por abajo, en esa entrega que es pelea brava, en ese esfuerzo enorme que es el toreo de hoy.
Lo único que hizo Del Pilar en contra de sus intereses fue el inicio de ritmos cambiantes porque luego le ligó tres tandas de compás abierto, enganche, longitud, vuelos abiertos, los de pecho casi en círculo, uno del desdén cumbre. Hubo hasta arrebato con la mano derecha, es decir, hubo novillero. ¿No pedimos novilleros? Claudicó Hortensio, sin aire en los pulmones,  Al lado de las tablas, es decir, que si de verdad se quiere negar a seguir peleando, a un tranco tenía su abrigo. Pero se puso de nuevo de pie, cerró la boca y la siguió bravo hasta el final en otra tanda y ayudados largos y profundos. Qué bravo y qué novillero. Se tiró a matar casi saltando, en distancia larga en el perfilarse, pinchazo y estocada caída. Ovación al toro. Carne de mesa y mantel. Se iguala su destino con el más malo de novillada y de los que han salido y saldrán en la feria. Ole nosotros. Ojalá vaya acompañada al menos de un vino de la añada de cinco.  Hemos hecho una fiesta que convierte en el mismo filete al cumbre que al descastado. El mismo filete en arrastre.
Este derroche de una fiesta que vive metida dentro de un libreto y ciertos tópicos nos asfixia cuando llega el aire fresco. Una paradoja. Un grito sordo. Puso Gómez del Pilar el doscientos por ciento de lo que puede dar. Tuvo plastilina para moldear una tarde de éxito cumbre porque el segundo no fue manco. Otro gran novillo, un castaño bociblanco de sienes estrechas que tuvo defectos de lupa en mansito, al que tragó a portagayola antes de ver como el de Guadaira salía suelto. A su aire. Poco y mal en la primera vara, mejor en la segunda. Un quite por lopecinas del torero, otro de Castaño por tafalleras. Se puso en el centro del ruedo el torero y se lo dejó venir al galope para ligarle cinco muletazos buenos de verdad, dos tandas con la derecha, ligados, largos y una muy buena con la zurda en los medios. Cambió terrenos y la faena decayó en una tanda por el mismo pitón con el novillo por dentro, arrollando, resuelta con unas bernadinas ligadas y dos de pecho muy buenos. Y a pinchar. Preguntados por qué es un novillero, ahí está el video.
La de Guadaira, muy igualada, tuvo un lote complicado por geñudo y de caras sueltas, áspero, el de un buen torero. Alberto Durán, que puso todo: riesgo una y otra vez en el primero y actitud buena en el cuarto. No se puede pedir más. Deslucido fue el lote de Castaño, noble pero no de triunfo, con el que el torero, dispuesto en quites, de buena actitud, no sacó nada positivo. Uno se pregunta por qué una fiesta que se llama fiesta, y que es de toros, y que es tan difícil de explicar, de ver, de contar, y que tiene mil preguntas por responder y que pasa por un tiempo cuesta arriba y que está en el filo de la navaja de la sociedad y que ha entrado en Cultura, cuando encuentra las respuestas, se le olvidan las preguntas. Nos olvidamos de la definición  de bravura en la plaza más exigente del mundo,  de la de novillero en la plaza más exigente del mundo. Quizá porque somos una fiesta dada a la amnistía (el delito) y no al indulto (la pena).

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