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15 san isidro

13:06


24 de mayo
Toros de
Núñez del Cuvillo
Sebastián CASTELLA
DANIEL LUQUE
DIEGO SILVETI
(confirmará)

CRONICA POR MUNDOTORO

Un rumor flota por entre la piedra. Taurodelta ha contratado a detectives privados, posiblemente Mortadelo y Filemón, para hallar al culpable. Al gafe. Al del mal fario. Al que todo lo jode. Hay retrato robot que, será por cerrazón, me da que tiene un aire a SanchezDrago. Detuvieron en los bajos del 9 a uno sospechoso por llevar sobrero de anuncio de Malboro y hablar por tapatías. Falsa alarma: era un mexicano con su bigote y todo. El gafe es un ser que no se da cuenta de serlo, inmune a él mismo, pero que hace estropicios bíblicos, como la feria presente. Tiene cara de yo no fui, pero es él.  Seguro. Sin ir más lejos, esta tarde, con Castella  reconquistando Madrid una vez más en una de sus mejores faenas de siempre, la de la feria sin duda, de las de tensión y cabeza y toreo, va y pincha feo. Llamó a la Puerta Grande con feroz contundencia. Desde el Centro de Asuntos Taurinos se recibe la llama del ex Director Pedro Ballesteros. Da una idea: llamar al 803 de la bruja Lola. Querida Lola, tengo un gafe en la feria. A Doña Esperanza le parece bien.

El más damnificado, Castella. Con el esfuerzo a favor de la estrategia, luego de las tardes negadas de los de arriba, volvió sin una fisura. El valor del francés es ya histórico, pero hoy mostró una lucidez clara, como si los antibióticos que le dieron fueran bolsa de chuches. Posiblemente haya estado mejor que nunca en esta plaza,  pues la faena a otro Cuvillo en 2009,  por otoño, tuvo tres matices distintos. Uno, no era convaleciente de nada. Dos, ése fue un toro bravo y muy bueno, éste lo ha sido, pero por enrazado y para poderle mucho. Y tres. El gafe. El gafe no se puede nombrar incluso sabiendo su DNI. Se le menta con un,  por ejemplo, “ese que tú ya sabes”, o, abreviando: “Don Fu”. Hubo más damnificados, si me apuran, la propia corrida pues algún toro como el primero, se dejó mucho. Y uno muy bueno, sexto, lo mando a chiqueros Trinidad. Era feíto y con trapío justo. El toro, no Trinidad. Y tenía calidad y no se iba a caer. Al relance decir que Cuvillo, en su primer round, se trajo dos toros feos y de trapío escaso y cuatro bien presentados, en un lote que debió embestir más.

El primero del lote de Sebastián  fue a parar a  manos de los bueyes de Florito. Y el sobrero de Carmen Segovia salió con el freno de mano echado, pacíficamente parado, al que le ligó tres chicuelinas en el quite y ya en la media se le vino andando soso. Pero el cuarto no podía fallar. Por hechurado, bajo, fuerte, con mirada de hombre, porque hizo de salida esas cosas de no romper que tanto hemos visto en esos toros de Cuvillo que responden luego de varas al buen trato. En este caso, toro más enrazado que bravo, que lo fue. Y de entrega muy disputada, muy peleada, palmo a palmo, muletazo a muletazo, serie a serie, pitón a pitón. Marcó querencia al principio, se le pegó poco, y se vino arriba. Para echar la moneda al aire.

El inicio de faena fue un tsunami, con el torero afuera, el toro arrancado  desde las tablas, pase cambiado milimétrico, un muletazo por delante, cambio de mano, trincherilla, otro del desdén, el de pecho.  El toro a velocidad entera y la cara aún sin ahormar. Decir toro exigente es afirmar la exigencia: una embestida pronta, fuerte, pero por hacer: si no había poder y mando, soltaba la cara a media altura y tropezaba y si tropezada se transformaba en toro de riesgo mayor. Hubo tres tandas con la derecha de una confianza absoluta, tratando de sacar los vuelos por abajo, ligando. La cuarta tuvo ya esa forma rotunda del toreo que cruje y, apostando mucho, muleta a la zurda para dos tandas con una segunda impecable, con el toro más entregado a la evidencia de quien manda. Ayudados por abajo con remate del desprecio.

Estaba el gafe en los excusados. Se perdió la faena porque la habían caído unas gotas en los zapatos. Pero se asomó a la bocana con cara de éste la va a cagar y a Castella se le fue la mano en una especie de metisaca bajo y una corta atravesada. 

La corrida contó, de nuevo, con color silencioso de una parroquia mejicana que aún no ha podido mariachirear a gusto. El torero de dinastía Diego  Silveti, que brindó a su tío Alejandro, tuvo un buen toro, el primero. No excelente, pero noble y de recorrido justo. Quitó con el capote a la espalda y su faena tuvo dos componentes, uno bueno en dos tandas una por pitón, buenas, y escaso acople. El sexto fue toro de aguardiente y no de tequila: un sobrero de Salvador Domecq que fue a peor. De ay. Uno de Luque, de mucha cara, poco cuerpo y lavado hocico, se movió con correa y cara suelta en una faena sin remedio alguno. Se contagiaron toro y torero.  En el quinto volvimos a ver el capote bueno, muy bueno,  el de Luque bueno, a la verónica. No más pues el toro fue acortando viaje, escondiendo el ritmo. 

Terminó la corrida con la Puerta Grande cerrada. Gafe hay, seguro. Fijo. Miren a su alrededor. Y no se fien. Tiene cara de buena gente y hasta le cede el paso en la cola del váter. No es por perversión, es que es así. Ignorante de su mal.  Retrato robot hay: está en busca y captura. A ver que pistas nos da la Bruja Lola.

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