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ALGEMESÍ (Valencia).- El novillero valenciano cortó tres orejas

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ALGEMESÍ (Valencia).- El novillero valenciano cortó tres orejas

Pascual Javier por encima de todo

Derechazo de Pascual Javier en Algemesí. | Jesús Camacho

Tarde de expectación en Algemesí. En el cartel una novillada galardonada en las dos últimas ediciones de esta misma feria y dos novilleros más que interesantes. Gómez de Pilar porque ocupa la parte alta del escalafón con éxitos en Madrid y Pamplona, y Pascual Javier porque, a pesar de no prodigarse tanto, está dando la cara en plazas de máxima repercusión dejando notable impronta.
Se llevó la tarde el segundo, que reaparecía de una cornada sufrida en Calasparra, el segundo percance este año tras la cogida de Sevilla. No pareció acusarlo en absoluto el valenciano, que pasó un auténtico examen ante el que abría festejo, un animal descastado que se tragaba el primer pase, el segundo lo hacía a regañadientes y al tercero se quedaba parado eligiendo entre tela o cuerpo, poniendo así a prueba el valor del torero. Tragó mucho Pascual en una faena de gran mérito y valor, sacando a relucir el oficio adquirido y una férrea disposición. Tras una gran estocada fue premiado con una oreja.
Las dos se llevó del tercero, un novillo muy cuajado frente al que mostró firmeza y asentamiento para enganchar adelante sus embestidas, alargar su viaje y ligar los pases con extraordinario temple. Citó siempre con el pecho por delante, adelantando la pierna, con mucha verdad, y aunque a su antagonista también le costaba repetir a partir del tercer pase, citó con autoridad y seguridad hasta conseguir su objetivo. Recortó terrenos en la parte final de su labor para arrancarle varios circulares invertidos y remató con una estocada efectiva.
A Gómez del Pilar se le vio más precavido y menos clarividente. El primero de su lote embistió rebrincado y con cierta violencia en los primeros tercios, pero a partir de la tercera tanda de muleta sacó fijeza y repitió incansable sus viajes. Al madrileño se le vio un tanto agobiado y, aunque su quehacer fue creciendo en acoplamiento, apenas llegó a conectar con los tendidos.
No pudo estar más cómodo con el que cerraba festejo, un ejemplar sin clase, violento y protestón. Le faltó firmeza a del Pilar, que no dejó quietas las zapatillas, y así era muy difícil encontrar soluciones.

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